Historia General del Pueblo Dominicano Tomo II
56 /DV 'HYDVWDFLRQHV GH \ acuerdo, para lo cual había entregado una suma de dinero, pero, habiendo fallecido Osorio, el gobernador interino Alcázar de Villaseñor, uno de los oidores de la isla, juzgó oportuno, tras consultar con Dávila y Padilla, dilatar HO DVXQWR KDVWD HO DUULER GH OD QXHYD Pi[LPD DXWRULGDG SDUD TXH IXHVH HOOD OD que diseñase el trazado de los fuertes. Después de conversar con el arzobispo, Osorio pregonó el 5 de julio de 1603 un nuevo perdón siempre y cuando sustentasen económicamente el tra- EDMR GH SHRQHV SRU PHVHV \ GtDV WLHPSR DO SDUHFHU VXÀFLHQWH SDUD concluir las obras, y acudiesen a la defensa de las costas y puertos de la banda norte sin consentir los rescates y aprovisionamiento de los navíos corsarios. Se disponía una buena parte de los implicados en el caso a cumplir con lo SDFWDGR SDUD OR FXDO KDEtDQ GDGR \D ÀDQ]DV FXDQGR 2VRULR UHYRFy HO SHU - dón, medida que Dávila y Padilla censuró por imprudente y desatinada por considerar que los afectados podrían rebelarse y saquear la ciudad de Santo 'RPLQJR (O JREHUQDGRU MXVWLÀFy VX GHFLVLyQ GLFLHQGR TXH DOJXQRV VH DUUH - SLQWLHURQ GH VX FRPSURPLVR D OD YH] TXH OHV DGYLUWLy TXH ©PHQHHQ ODV PDQRV de manera que con brevedad se echen los navíos de enemigos que hubiera en esos puertos, porque, en no haciéndolo, habré de hacer lo mismo con ellos que KH KHFKR FRQ ORV GHPiVª 4XLHQHV VLJXLHVHQ UHVFDWDQGR DJUHJy WHQGUtDQ TXH vérselas con él sin importarle las bravatas de los que habían amenazado con destruir Bayajá y Puerto Plata. Esas amenazas procedían, según sospechara, de algunos vecinos de la banda norte que habían intentado apartar a los comprendidos en el perdón de su acatamiento a lo convenido, por lo cual el 15 de noviembre publicó un bando mandando que ninguna persona hablase contra las órdenes dadas a los obligados y sus cabos, pues estaban enderezadas al mayor servicio de Dios y del monarca. 13 Las divergencias entre Osorio y Dávila y Padilla a propósito del perdón agriaron sus relaciones, hasta entonces normales, al punto de que el prelado, HQ FDUWD DO UH\ GH RFWXEUH GH OH LQIRUPy ODV PRUWLÀFDFLRQHV TXH HO JR - bernador le causaba y el motivo de las mismas, que era no haber guardado la palabra que había dado de indultar a los rebeldes y porque habiéndolo UHxLGR \ H[FRPXOJDGR VH FRQIHVy \ FRPXOJy HQ OD LJOHVLD GH ORV IUDQFLVFDQRV además de haber sacado de monja a la hija de un oidor. ,JQRUDPRV TXp SXGR KDEHU RFXUULGR SDUD TXH HO DU]RELVSR H[FRPXOJDVH al gobernador, pero cuesta creer que fuese por la razón que mencionó. De todas formas, la discordia entre uno y otro continuó por cuestiones de compe- tencias. No sin cierta pesadumbre, Dávila y Padilla se lamentó, en otra comu- nicación al monarca de octubre de 1603, de la prepotencia de las autoridades
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