Historia General del Pueblo Dominicano Tomo II

50 /DV 'HYDVWDFLRQHV GH \ procediese a castigar a los rescatadores de todas las ciudades, villas y lugares de la isla sin que la Audiencia ni otras justicias se lo impidiesen. El mismo día en que López de Castro fechó su primer memorial, concibió otro más radical en el entendimiento de que aun cuando se ejecutasen todas las disposiciones que había señalado, podía suceder que los vecinos de la ban- GD QRUWH R ORV FRUVDULRV PDWDVHQ DO DOFDOGH PD\RU R VH VXEOHYDVHQ FRQÀDGRV en que los hombres residentes en la ciudad de Santo Domingo no bastarían para apaciguarlos. En el supuesto de que tales hechos no sucediesen, los res- catadores tratarían cada vez que les pareciese de incitar a los piratas a que se apoderasen de los lugares del interior de la isla y cautivasen a sus vecinos SDUD TXH D ÀQ GH OLEHUWDUORV OHV GLHVHQ VXV KDFLHQGDV \ FRQWUDWDVHQ FRQ HOORV Así había sucedido con un mensajero que el gobernador Vega Portocarrero HQYLy D XQ FRUVDULR ÁDPHQFR HQ EXVFD GH SyOYRUD FRQ TXH HQIUHQWDU D XQD anunciada armada inglesa. El mensajero tuvo que pagar por su rescate 2,000 cueros. Con el propósito, por tanto, de obviar todas esas posibles ocurrencias, López de Castro sugirió el traslado de los vecinos de Puerto Plata, Bayajá y La Yaguana a la banda del sur junto con sus ganados por no pasar de 150 y su asentamiento en dos lugares situados a las espaldas de la ciudad de Santo Domingo, uno al oriente y otro al poniente, y distantes entre sí otras tantas le- guas. Esas mudanzas se podían hacer fácilmente y sin costo ni riesgos, porque para fabricar sus casas de madera y paja contarán con los esclavos. 10 L A ESCALADA INGLESA Cuando Baltasar López de Castro escribía sus dos memoriales, los res- cates en la banda norte se hallaban en pleno apogeo. Nada menos que 11 navíos de entre 100 y 400 toneladas permanecieron anclados en Guanahibes durante varios meses de 1599 sin que ninguna autoridad se preocupara por ellos. Todos los esfuerzos diplomáticos y militares desplegados por la Corona HQ HVH WLHPSR SDUD GHWHQHU OD DODUPDQWH H[SDQVLyQ GHO FRQWUDEDQGR HQ 6DQWR Domingo y las demás islas antillanas resultaron vanos. Conocedores de la impotencia del gobierno español, los corsarios y pi- ratas empezaron a actuar más audazmente en las Antillas. En 1602, el go- bernador de Cuba, Juan Melgarejo, incapaz de lidiar con ellos, solicitó a la Corona el traslado de la Catedral de Santiago a La Habana con el propósito de

RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3