Historia General del Pueblo Dominicano Tomo II

42 /DV 'HYDVWDFLRQHV GH \ pequeña tropa con la que rechazar una anunciada invasión inglesa, pues se habían refugiado en los montes para huir del acoso de Varela. Esa situación preocupaba grandemente al gobernador, sobre todo porque la mayoría de la gente de tierra estaba formada por esclavos que, en caso de un desembarco enemigo, se pondrían de su parte. Los procedimientos empleados por el juez tropezaron pronto con la de- cidida oposición de autoridades y vecinos. Varela, según el oidor Meneses, FDVWLJDED FRQ H[WUHPD GXUH]D D ORV UHVFDWDGRUHV 6L HO PRQDUFD KDEtD RUGH - nado que se les condenase a la pérdida de la mitad de sus bienes y destierro GH ODV ,QGLDV HO MXH] SRU FXDOTXLHU GHOLWR LQVLJQLÀFDQWH OHV GDED WRUPHQWR y los enviaba a galeras por seis años. Otro hecho censurable era que Varela había tratado de inculpar al gobernador y a los oidores como partícipes de los rescates valiéndose de un memorial pergeñado con declaraciones de falsos testigos, entre los que se contaba Francisco Díaz, sentenciado a morir en la horca por haberse aliado al pirata Lanton. Varela tenía como ayudantes a veinte ministros y alguaciles que, según el autor de una carta anónima al rey, mandaba por toda la isla en busca de resca- tadores, cuyas casas, hatos y estancias saqueaban. Esos ayudantes eran todos criados y sobrinos del juez, a los que había traído con él a Santo Domingo SRU FUHHU TXH OD FRORQLD HUD ©RWUR 3HU~ª &DGD XQR UHFLEtD XQ VDODULR GH GRV pesos diarios y andaban en compañía de varios hombres armados llamados ©EXVFDGRUHVª SRU GHGLFDUVH D GDU FD]D D ORV YHFLQRV TXH VH KDEtDQ RFXOWDGR HQ ODV PRQWDxDV (O FDSLWiQ GH HVRV ©EXVFDGRUHVª HQ VX PD\RUtD PHVWL]RV \ vagabundos, era Francisco Tostado de Vargas, el mayor de los rescatadores. 7DQ SREUH GH OHWUDV FRPR GH H[SHULHQFLD 9DUHOD WHQtD XQ KHUPDQR TXH KDEtD sido galeote en La Habana y estaba acusado de haber cometido el pecado nefando. El juez lo mantenía preso para aparentar que no era hermano suyo. (O DXWRU GH OD FDUWD QR OD KDEtD ÀUPDGR FRQ VX QRPEUH SDUD HYLWDU OD UHSUHVDOLD de Varela, quien abría toda la correspondencia enviada a España para saber quiénes escribían contra él. Informado del contenido de la misiva, Varela lo desmintió aduciendo que quienes lo criticaban eran rescatadores contra los que había procedido ejemplarmente. Si el cabildo de la capital pidió al monarca que lo sacara de la isla fue por persuasión de los oidores Meneses y Villafañe, a los que había acu- sado de estar en tratos con los corsarios, como lo probaba lo sucedido con el ÁDPHQFR -HUHPtDV (VWLYLQTXHO sic ), el cual había llegado a la isla con un navío repleto de mercancías que autorizaron a venderlas cuando debieron haberlas GHFRPLVDGR 3DUWH GH HVDV PHUFDQFtDV HUDQ GH RWURV ÁDPHQFRV YHFLQRV GH Sevilla, como Roberto Arnau, que también había comerciado ilegalmente con

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