Historia General del Pueblo Dominicano Tomo II

Historia general del pueblo dominicano 41 'tD] GH 3HUDOWD D *RQ]DOR )UDJRVR UHJLGRU GH $]XD \ DO ÀVFDO )UDQFLVFR GH Aliaga. Otros, como el también dueño de un ingenio, Gregorio de Ayala, fue- URQ H[FXOSDGRV SRU OD $XGLHQFLD D FDXVD GH VXV UHODFLRQHV R LQWHUHVHV FRQ algunos de sus miembros. Villagrán había denunciado al rey que Ayala se había arrodillado ante un corsario inglés para pedirle, por vida de su sobera- na, que no le quemase su propiedad, a cambio de lo cual le dio una suma de dinero. Las penas impuestas por Meneses comprendieron multas, destierros, FRQÀVFDFLRQHV GH ELHQHV JDOHUDV \ SpUGLGDV GH RÀFLRV 8 Inconforme con los fallos discriminatorios de la Audiencia, Felipe II nom- bró juez ad hoc a Hernando Varela. El juez llegó a Santo Domingo a principios GH H LQLFLy VX ODERU FRQÀUPDQGR DOJXQDV GH ODV VHQWHQFLDV DQXODQGR otras y encausando a nuevos rescatadores. Uno de ellos era el alcalde mayor Diego de Villafañe, vecino de Puerto Plata, al que acusó de haber tratado con franceses y dejado de inventariar muchas de las mercancías decomisadas a ORV FRUVDULRV 9LOODIDxH H[FXVy HO FDUJR QDUUDQGR VX YHUVLyQ GH OR RFXUULGR HQ Monte Cristi en agosto de 1594 con una lancha francesa anclada cerca de El Morro. De acuerdo con su relato, ordenó a los alcaldes ordinarios Francisco Jiménez y Juan Martín Alvarado que conminasen a los ocupantes de la lancha a abandonar el lugar y, como se resistiesen a hacerlo, el primero recurrió a una estratagema. Estaba dispuesto, les dijo, a cambiar con ellos 100 cueros, pero debían esperar una semana. Los franceses aceptaron y se escondieron en la Punta de las Maravillas. Un día antes de la cita, Villafañe reunió 21 soldados y, al llegar a la sa- baneta de Salina Vieja, los desplegó detrás de un cerro. Entretanto, Jiménez se dirigió a la playa donde estaban los franceses, quienes habían tomado un navío de Bartolomé Fragoso, vecino de Monte Cristi, y después de dividirlos en dos grupos, Villafañe los atacó. En la refriega murieron cinco franceses y el resto de un total de dieciséis fueron apresados. Los soldados se repartieron un botín de 300 piezas de tela de ruán, 475 varas de cañamazo y quince de lino. En la ciudad de Santo Domingo, los presos declararon que la lancha en la que habían arribado a Guanahibes pertenecía al capitán Malon. Enjuiciados, se les castigó a ser sacados por las calles desnudos de la cintura hacia arriba y mon- tados en bestias con albarda, soga al cuello y atados de pies y manos. Luego recibieron 100 azotes y una condena de cuatro años de trabajos forzados en las galeras reales. Las persecuciones y procesos llevados a cabo por el juez ad hoc, quien actuaba drásticamente y sin contemplaciones con todos los sospechosos de ser rescatadores, tenían tan alarmados a los vecinos que Vega Portocarrero no pudo reunir en una ocasión a 100 jinetes para constituir con ellos una

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