Historia General del Pueblo Dominicano Tomo II

36 /DV 'HYDVWDFLRQHV GH \ doble de su valor y destierro de la isla por cuatro años. Otro inventario igual sería llevado con los negros que entrasen con licencia. Tiempo después, el Consejo de Indias recibió más solicitudes de galeras desde diversos puntos de las Antillas, incluyendo una del visitador Ribero, en la cual hizo saber que la ciudad de Santo Domingo estaba en ánimo de suplir la carne y casabe a la tripulación de dos si la Corona sufragaba los demás gastos. El Consejo remitió la oferta al rey, quien la aceptó, ordenando el envío de dos barcos de escolta. No obstante, surgieron de inmediato inconvenientes SDUD OOHYDU DGHODQWH OR PDQGDGR SRU HO PRQDUFD 8Q JUXSR GH H[SHUWRV OODPD - dos por la Casa de Contratación sugirió ciertos cambios relacionados con el tipo de navíos a emplear, pues los procuradores deseaban uno muy especial, TXH QR H[LVWtD 3RU ÀQ VH SXGR UHVROYHU OD VLWXDFLyQ \ ORV GRV EDUFRV HVWXYLHURQ listos para levar anclas a mediados de julio de 1582. El visitador Ribero escribió al rey para comunicarle que la isla se hallaba cercada de corsarios que se adueñaban de todos los barcos que aportaban a la ciudad de Santo Domingo con mantenimientos, cueros y azúcar procedentes de Ocoa para pedir rescate por los prisioneros y de Ocoa iban a la Saona, GRQGH WRPDEDQ PiV $VXVWDGD SRU HVRV H[FHVRV OD $XGLHQFLD GHVSDFKy FRQ - tra el corsario cuatro navíos de distintas clases y 150 hombres. Esos daños, aunque considerables, no se comparaban con los que causaban a los ingenios y haciendas, cuyas dotaciones de esclavos disminuían drásticamente porque los franceses asaltaban los barcos negreros que iban a Guinea y Cabo Verde en busca de esclavos que vendían a los vecinos de la banda norte. /D FDUWD GH 5LEHUR SRQtD GH PDQLÀHVWR HO JUDGR GH GHWHULRUR D TXH KDEtD llegado el comercio legal en la isla como consecuencia de la constante presen- cia de los corsarios. Su atrevimiento era tal que se acercaban a tres leguas de distancia de la ciudad de Santo Domingo a plena luz del día pretendiendo asaltar los navíos surtos en el puerto. En lo atinente a los vecinos de la banda norte, sus matanzas indiscriminadas de ganado para pieles tenían a las po- blaciones y unidades productivas desabastecidas de carne. Las remesas de cueros a España, que en años anteriores se cifraban en 80,000 piezas, se habían reducido a 24,000. Una de las medidas más inteligentes de la soberana inglesa tomadas para debilitar el poder de Felipe II fue el apoyo que brindó a los partidos luteranos H LQGHSHQGHQWLVWDV GH ORV 3DtVHV %DMRV (Q FRQVHFXHQFLD DGHPiV GH DX[LOLDU D ORV ÁDPHQFRV DXQy VXV QDYtRV D ORV GH HOORV SDUD GHUURWDU DO UH\ HVSDxRO HQ el mar. Mantener el control de las rutas trasatlánticas era de vital importancia para España si quería preservar la unidad de su imperio, de modo que la coalición angloholandesa se lanzó a fondo a pelear en el océano.

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