Historia General del Pueblo Dominicano Tomo II

34 /DV 'HYDVWDFLRQHV GH \ ricos y pobres. Si por ventura aparecía una armada española, escondían los navíos de los corsarios en otros puertos, como en el de Jaragua, tapándolos con ramas. De acuerdo con Torres, el contrabando tenía la tierra perdida, ya que para los vecinos de la banda norte era más importante rescatar con los portugue- ses y franceses que comerciar legalmente con españoles, sobre todo porque les proporcionaban esclavos para sus labranzas, cuyas cosechas vendían en Tierra Firme. Los corsarios pagaban mejores precios, compraban más y sus mercancías eran muy variadas. (O HVFULEDQR FDOLÀFy GH JUDFLRVD OD IRUPD TXH VH HPSOHDED SDUD ORV WUXH - TXHV /RV YHFLQRV SXGLHQWHV VH H[KLEtDQ SRU ODV FDOOHV GH ORV SXHEORV GXUDQWH las mañanas y noches para que nadie pudiese decir que faltaban de ellos FXDQGR VH HIHFWXDEDQ ORV UHVFDWHV 6ROWHURV GH DEVROXWD FRQÀDQ]D DGTXLUtDQ los cueros y, tras cambiarlos por los artículos que se les indicaban, los entre- gaban a los propietarios de los hatos. A juicio de Torres, el envío de galeones o galeras de nada servía. El mar era muy grande y los rescates muchos, aparte de que no podían estar en todas las partes de las Indias, los franceses andaban pertrechados y los vecinos de la banda norte los recibían de buena gana. El recurso más idóneo contra los rescates, según estimaba el escribano, consistía en poner en las poblaciones justicias de fuero con residencia perma- nente en ellas cada tres años para que castigasen rigurosamente a los culpa- bles y colaborasen con las armadas avisándoles con antelación la llegada de los corsarios y no después, cuando ya habían hecho sus tratos y partido. Con notable lucidez, el autor de la relación predijo que, si se despoblaban las villas de la banda norte, quedaría en esa zona mucho ganado, los rescates proseguirían más cómodamente y los franceses se apoderarían de esa par- te de la isla, tal como quisieron intentarlo en la Florida. De suceder eso, la Corona padecería un gran daño por ser las tierras sumamente fértiles para toda clase de cultivos y cría de reses por sus hermosos pastos y abundancia de abrevaderos. 5 E L VISITADOR R IBERO TRATA DE PONER ORDEN EN LA ISLA En las Antillas, desprovistas de defensa, los corsarios hacían de las su- \DV (Q MXOLR GH -XDQ =DTXHWH GH QDFLRQDOLGDG GHVFRQRFLGD DSUHVy HQ

RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3