Historia General del Pueblo Dominicano Tomo II

24 3UHVHQWDFLyQ GHO WRPR ,, prístino del Imperio español, representado por el emperador Carlos V y el rey Felipe II, como planteó Peña Batlle en su importante estudio sobre la isla de la Tortuga. Por su parte, Marrero Aristy subrayó el vínculo entre pueblo y religión cristiana en la formación inicial del pueblo-nación, reconociendo el papel de defensa de los derechos humanos de los indígenas por parte de los eclesiásticos frente a los abusos de los conquistadores. De esa manera asegu- raban la correspondencia entre la monarquía católica absoluta con el gobierno despótico pretendidamente cristiano, lo que correspondía a un objetivo polí- tico de legitimación de la dictadura (completado con el planteamiento de que 7UXMLOOR VLJQLÀFy HO ÀQ GHO FDRV KHUHGDGR GHO VLJOR XIX en todos los órdenes y superó la ingobernabilidad). Ese criterio fue debatido en las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado y resultó desplazado por el criterio más amplio de que esa formación no solo era un resultado posterior, que debe buscarse en los siglos XVII y XVIII , sino que además se necesitaba dilucidar una serie de problemas asociados a la misma que son de carácter cultural, económico, social y no solo la vertiente política destacada bajo la dictadura, como indicó Roberto Cassá en su ensayo sobre historiografía dominicana en el primer tomo de esta Historia general del pueblo dominicano $ ODV DSRUWDFLRQHV KLVWRULRJUiÀFDV TXH LQLFLDUD 3HGUR 0LU FRQ VX GLVFXVLyQ VREUH ©OD QRFLyQ GH SHUtRGRª HPSOHDGD SRU ORV KLVWRULDGRUHV dominicanos, se han sumado muchas otras de diversos autores que se hallan incluidas en la bibliografía general del presente tomo; también aportaciones teóricas recientes como las propuestas por Marcio Veloz Maggiolo, quien in- WURGXMR OD QRFLyQ GH ©SHUtRGRV IRUPDWLYRVª SDUD HO HVWXGLR GH OD FRQVWUXFFLyQ de la cultura criolla dominicana, que sitúa en los ya referidos siglos XVII y XVIII . Dichos aportes han desarrollado perspectivas de interpretación y líneas de investigación que recuperan criterios democráticos del proyecto moderno de QDFLyQ H[SXHVWRV HQ HO VLJOR XIX y que fueron dejados de lado bajo las domi- naciones despóticas que se apropiaron del proyecto de nación moderna en el siglo XX imprimiéndole rasgos autoritarios. De esas perspectivas críticas parten los trabajos del presente tomo para abarcar la amplitud del período y la complejidad de los problemas políticos, HFRQyPLFRV GHPRJUiÀFRV \ VRFLDOHV TXH HVWH SODQWHD /DV FR\XQWXUDV SROtWL - FDV \ HFRQyPLFDV GHO ,PSHULR HVSDxRO HQ GHFOLYH \ HO FRQWH[WR LQWHUQDFLRQDO GH FRQÁLFWRV SRU OD UHSDUWLFLyQ GH ODV ULTXH]DV FRORQLDOHV HQWUH ODV SRWHQFLDV HXURSHDV SURSRUFLRQDQ XQD LGHD GH ODV GLÀFXOWDGHV TXH SUHVHQWD VX HVWXGLR De esa consideración deriva, en relación a la colonia de Santo Domingo, una variación fundamental con respecto al siglo XVI WDQWR SRU OR TXH VLJQLÀFy OD política despobladora impuesta por Felipe III como porque unas décadas

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