Historia General del Pueblo Dominicano Tomo II

120 La decadencia de la población y de la economía de estancias hasta mediados del siglo XVII durante todo el período colonial, aunque en los años que nos ocupan se en- cuentra muy debilitado. La Corona de España, a través del Consejo de Indias, el Consulado y la Casa de Contratación, intentará buscar soluciones para au- PHQWDU OD IUHFXHQFLD GHO WUiÀFR QDYDO FLWDGR $XQTXH \D KHPRV DSXQWDGR XQ cierto aumento de este entre 1605 y 1621, no se puede dejar de considerar el WUiÀFR GH FDUiFWHU LOHJDO UHVFDWHV \ FRQWUDEDQGR FRQWUD HO TXH QR SXGR FHVDU la lucha de los funcionarios representantes del gobierno de Felipe III y de su hijo y sucesor Felipe IV. Su cuantía e importancia resultan casi imposibles de calcular, aunque es casi seguro que su monto sobrepasase e incluso duplicase con frecuencia el del comercio permitido. Además del problema que suponía el contrabando para la Hacienda Real y para la administración metropolitana, estas tenían que enfrentarse al fraude casi generalizado de una parte consi- derable de sus funcionarios, incluyendo a los que ocupaban los cargos altos. 'H OR DUULED H[SXHVWR VH HQFXHQWUDQ UHLWHUDGRV WHVWLPRQLRV HQ OD GR - cumentación de la época. Resumimos un solo caso, que aunque no se trata de contrabando sí conlleva una actuación ilegal que ilustra la forma en que el fraude, más o menos encubierto, se había constituido en modus vivendi , GH PLHPEURV GHVWDFDGRV GH OD VRFLHGDG GH 6DQWR 'RPLQJR (O ÀVFDO GH OD Audiencia denunció al rey la participación en dicho caso de los oidores Mejía de Villalobos y Manso de Contreras, de los regidores del Cabildo de Santo 'RPLQJR 6HS~OYHGD \ 3HGUiOYDUH] 7HQtDQ FRQH[LRQHV HQ OD 0DUJDULWD GRQ - de compraban perlas, con la complicidad del gobernador, y las enviaban a 0p[LFR $OOt HO RLGRU 4XHVDGD )LJXHURD TXH KDEtD HMHUFLGR HO PLVPR FDUJR en Santo Domingo, y el mercader C. de Robles, quien también había residido en dicha ciudad, a cambio de las perlas, remitían sedas y otros géneros de lujo procedentes de China a Puerto Rico, donde a su vez una parte era vendida por el depositario general de la isla, I. de Otaza. El resto de la mercancía lo reenviaban a Santo Domingo y al mercader J. Veneciano, de la Margarita. Es este solo un ejemplo de los muchos que se dieron de fraude no probado. En AGI, Santo Domingo 53 hay casos parecidos, así como en los escasos juicios de residencia a autoridades en la sección de Escribanía de Cámara. No suelen encontrarse condenas, aunque en otros no consta el desenlace porque falta la sentencia. 66 El régimen de monopolio mantenido por la Corona, a lo largo de 248 años, causó graves perjuicios económicos a la vida mercantil española y aún más a la dominicana. Una más acertada aplicación de esta doctrina mercantilista por parte de Holanda e Inglaterra les había proporcionado una rápida prosperidad a las Provincias Unidas y una fuerte marina mer- cante a los ingleses, pero a diferencia de España, habían sabido evolucionar.

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