Historia General del Pueblo Dominicano Tomo II
118 La decadencia de la población y de la economía de estancias hasta mediados del siglo XVII DXVHQFLD GH H[SRUWDFLRQHV UHJLVWUDGDV HQ FLHUWRV DxRV PiV TXH D GLVPLQXFLyQ de producción de cueros por parte de los hatos, tenía sin duda otros motivos, entre los que cabe señalar en primer lugar el contrabando, al que hemos de VXPDU OD GLÀFXOWDG GH WUDQVSRUWDU ODV SLHOHV GHVGH VXV OXJDUHV GH RULJHQ KDVWD el puerto de Santo Domingo, la tardanza de los navíos de registro ya señalada y, por último, el hecho de que hay años en los que sí se han remitido cueros a Sevilla pero no se ha podido constatar por faltar los registros correspondientes. /RV GLVWLQWRV WLSRV GH FXHURV TXH VH H[SRUWDEDQ ³PRUUXGRV GH QRYLOOR de vaca o de toro, según el animal del que procediesen, curtidos o al pelo se- J~Q VX SUHSDUDFLyQ \ PHGLDGRV R HQWHURV SRU VX WDPDxR³ VH HVSHFLÀFDQ HQ algunas partidas de los registros. Por supuesto, todos eran de ganado vacuno. Los cordobanes, de los que no hemos hallado ninguno registrado desde Santo Domingo, eran pieles de cabra o de macho cabrío obtenidas en otros puntos de América. A la Española llegaban desde Coro, La Guaira, Maracaibo y Caracas. (O PRQWHUR HQ OD VRFLHGDG GHO VLJOR XVII /D ÀJXUD GHO PRQWHUR \D H[LVWHQWH HQ HO VLJOR XVI , va adquiriendo mayor relieve desde comienzos del XVII . Se encuentra ligada a la del hato. La práctica de montear fue desde sus comienzos ocupación de gente rural, que habita- ba en los hatos, especialmente negros libres (horros, esto es, manumitidos o liberados, y otros nacidos ya libres) y esclavos. Pronto se incorporaron a la montería mulatos y blancos. Según González de Peña, el montero estuvo mal considerado por todos ORV VHFWRUHV GH OD VRFLHGDG FRORQLDO LQFOXLGRV ORV KDWHURV TXLHQHV VH EHQHÀ - ciaban, al menos parcialmente, de su trabajo. Muchos de los monteros eran esclavos fugitivos, o en algunos casos, tenían cuentas pendientes por haber robado en hatos o haciendas o atacado a sus propietarios, impulsados por sus durísimas condiciones de vida y por la necesidad de sobrevivir. Vivían fundamentalmente de la caza del ganado cimarrón. Prácticamente no se les PHQFLRQD HQ OD GRFXPHQWDFLyQ RÀFLDO GH OD pSRFD KDVWD HO SXQWR GH TXH UHVXO - tan casi invisibles en los archivos peninsulares y dominicanos. No se abrían procesos contra estos hombres; si urgía algún problema, lo atendían los al- caldes de la Santa Hermandad. Los monteros eran gentes alzadas y no solían reclamar ante la justicia. Su voz no llegaba, pues, hasta el remoto Consejo de Indias como sucedía con la de los procuradores de la isla y otros represen- WDQWHV GH ORV HVWDPHQWRV DOWRV TXH UHSHWLGDPHQWH H[DJHUDEDQ FRPR EXHQRV arbitristas y para conseguir mayor atención de la Corona, la ya de por sí más que maltrecha situación en que se hallaba la isla. Se ha rodeado por ciertos
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